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miércoles, 23 de diciembre de 2009

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Tarjetas de Navidad

Díganme incoherente si quieren, suelo serlo, pero supongo que me atacó el síndrome de Scrooge y no quise que me viniera a visitar el fantasma de las navidades futuras debido a mi desnaturalizado espíritu anti-navideño. Hace unos días no quería armar el arbolito ni el pesebre, y hoy tengo un pino precioso en un rincón, el pesebre y una media – remendada – en la estufa, y la corona en la puerta. Claro que fueron las nenas las que armaron casi todo, pero yo supervisé (me sale bárbaro eso); solo espero que pongan tanto empeño en des-decorar como pusieron en hacerlo.

También consideré mandar algunas tarjetas de navidad, pero no llegaron a tanto mis ansias de redención, así que ni siquiera mandé de las virtuales; sin embargo el otro día mi amigo Charly me pasó el link a esta página y me entusiasmé. Espero que les guste, es mi tarjeta navideña de este año (y el que me niegue que estoy redimida, que se las arregle con los fantasmas de Dickens él mismo)

Eli me prohibió que publicara el video, y seguramente ya la tendré que escuchar cuando se entere (ni hablar de cuando sepa que lo publiqué en el Facebook también). De cualquier forma, como me negué a pagar los 4,99 dólares que pedían para descargarlo permanentemente, se podrá ver solo hasta el 15 de enero; supongo que eso la consolará un poco. A Ale le encantó, aunque su primer comentario fue: “¡saliste flaquita, mamá!”

Y bueh, todo sea por el sobrevaluado espíritu navideño.

Send your own ElfYourself eCards


Ahhh, y ya sé que está en verde y rojo... no fue idea mía, venía así el video (sigo creyendo que no combinan).


EDITANDO: Bueno, Eli estará feliz, ya no se puede ver el video. Lo lamento por los que llegaron tarde para deleitarse con nuestra danza.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

5

Con la boca llena de flores

You must remember this
A kiss is still a kiss
A sigh is just a sigh
The fundamental things apply
As time goes by


‘As time goes by’
‘Casablanca’










Sabían que si buscan ‘beso’ en el Google aparecen 48.200.000 resultados en 0,29 segundos? Posta, lo acabo de hacer. Evidentemente hay mucha gente interesada en el tema por ahí. Como ven, me levanté con ánimo científico hoy, aparte de estar muy aburrida en la biblioteca, para variar.

beso.
(Del lat. basĭum, voz de or. celta).
1. m. Acción y efecto de besar.
2. m. Ademán simbólico de besar.
...

besar.
(Del lat. basiāre).
1. tr. Tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia.

Cuando me puse a leer algunos de los artículos me llevé muchas sorpresas, para empezar, me enteré de que existe una ciencia que se dedica a estudiar los besos: la Filematología, “ciencia que estudia todo lo referente a lo que se considera un lenguaje universal y no verbal para demostrar afecto”.

Siguiendo con la filematología, encontré otro artículo que dice que el beso cuanto más húmedo y con más lengua es mejor – se apoya en la teoría de que las mujeres podemos analizar inconcientemente la saliva de nuestros compañeros para saber si serán buenos padres… genéticamente hablando, supongo, vaya a saber si te puede decir si cumplirán con la pensión alimenticia y el régimen de visitas también, ‘besos espías’ los llaman. Y hay otro que anuncia las bondades de la ‘terapia’ del beso: los besos estimulan la parte del cerebro que libera oxitocina en el flujo sanguíneo - la oxitocina nos hace sentir bien y reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés - y los besos apasionados liberan adrenalina, que tiene múltiples beneficios para la salud; todo esto siempre y cuando besemos a la persona adecuada, claro. Aunque no todo es bueno, no nos olvidemos de la enfermedad del beso, la famosa mononucleosis.

La Santa Wikipedia tiene una entrada sobre el tema, obviamente, y el diario El País – edición digital – nos dice que a Richard Gere, hace un tiempito, lo juzgaron en la India por besar a alguien en un evento de beneficencia; les diré que romper la ley nunca me pareció tan tentador...

¿Sabían, además, que al parecer cada signo zodiacal besa de forma diferente? Los de Libra somos Chefs, besamos a la carta. En serio, miren: “Si Libra se caracteriza por desear agradar a todo el mundo, en el terreno de pareja no va a ser menos. Besa a la carta.” Eso significa que nos adaptamos a cada persona, todavía tengo que decidir si eso me hace inteligente o acomodaticia; nadie se quejó de mis besos hasta ahora, lo que me hace dudar más todavía. ¿O será que mi menú es bueno? También me enteré de que nuestros rasgos nos definen la personalidad, y por supuesto, cómo besamos; algo que ver con el tamaño de tu boca y el grosor de tus labios (¿a alguien le suena a morfopsicología eso?):


Los labios gruesos son indicios de que la persona es amante del placer y la comodidad, es optimista y sabe disfrutar cada instante de su vida, así que para ella cada beso, no importa su forma o duración, es disfrutable. (Mis labios son más bien gruesitos, y soy cómoda y disfruto de los besos... tan errado no está esto)


También hay ‘recetas’ para besar bien, ¡hasta un tutorial en video! Lástima son todas teóricos, ninguna viene con sujeto de práctica. Pero bueno, se puede practicar con un peluche, una foto, el jardinero o el vecino, ¿no?

La verdad es que tanta información sobre besos me sorprendió. No tengo demasiada experiencia en besos; bueno, eso escrito así es medio engañoso, en realidad tengo mucha experiencia en besos… poca en sujetos besados, creo se cuentan con los dedos de las manos (dos manos, no se pongan graciosos). Claro que no me quejo: soy una firme adepta a eso de la calidad ante la cantidad, aunque nunca entenderé por qué tengo que elegir.

Díganme, ¿no les gustan los besos en las películas, sobre todo los del final, cuando aparece la luna detrás de los amantes y el ‘The End’ con letras cursivas? Aunque hay besos menos castos que hacen querer protagonizarlos: ¿quién no desearía ser Deborah Kerr en ‘De aquí a la eternidad’?



También me gustan los cuadros de gente besándose, empezando por el de Gustav Klimt, que es el que se me viene a la mente primero, y el de René Magritte, con esas caras embolsadas que me asustan, aunque creo que mi preferido es el beso lloroso de Roy Lichtenstein. Uff, y todos los que hay que no recuerdo o conozco.

En la literatura hay autores que los describen con maestría, como Julio Cortázar en el capítulo 7 de ‘Rayuela’:


...nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Hasta en la Biblia encontré referencias a los besos: “Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua.” (Cantar de los Cantares 4:11)

Me apena tener que separar adolescentes en los corredores, me siento una aguafiestas perdida, pero bueno, a veces los espectáculos rayan las dos X – aunque recuerdo haber dado algún espectáculo yo misma al son de ‘Bailar pegados’ con mi ex, en el medio de una pista de baile donde pocos sólo bailaban. Hablando de eso, siempre me encantaron las canciones que los mencionan, me emociono cada vez que Ilsa le pide a Sam que toque, y hasta Sabina me está gustando: “lluvia que llueve, besos con sal...” (las cosas que logra el Amigo, mi dios).

Y está visto que como yo, el resto del mundo tiene algo que decir sobre el tema, aunque la Tere dice que no tiene opinión formada al respecto porque: “soy simple, ¿viste?” –seguro, y yo soy la Madre Teresa, a Estrella cuando le pregunté se le escapó un “ufff!” y el Amigo me dijo que sin duda me gustaban mucho los besos a mí.

Para variar tiene razón, o no estaría divagando sobre el tema. Bueno, yo y medio mundo más. Creo que no me levanté nada con ánimo científico hoy, creo que ando con ganas de besos nomás. Habrá que ponerse las pilas.



lunes, 14 de diciembre de 2009

2

Notas para un blues

Do
     lor por estar contigo en cada cosa. Por no dejar de estar contigo en cada cosa.
Por estar irremediablemente contigo en mí.

Re
     cordar que mis monedas no me permiten adquirir. Que
mi deseo no es tan poderoso como para taladrar blindajes,
ni mi atrevimiento tan hábil como para no hacer saltar la
alarma. Recordar que sólo debe mirar los escaparates.

Mi
     edo por no llegar a ser, por ni siquiera conseguir estar.

Fa
     cilmente lo hacen: clavan sus espinas invisibles, abren la
puerta del temor, hacen que renieguen de mí misma cuando
menos se espera. Y ni siquiera saber cuántos han sacado copia
de mis llaves.

Sol
     o he logrado el punzón de la pica, la lágrima del diamante
o los caprichos del trébol. Quizá no existan los corazones.
Quizá es que sea imposible elegir.

La
     bios sellados, custodios del mejor guardado secreto, del recinto en donde las palabras reanudan
sus batallas silenciosas, sus pacientes y refinados ejercicios de rencor.

Si
     crees que es paciencia, resignación, inmunidad o anestesia te
equivocas. Es que he procurado cortar todas las margaritas
para no tener que interrogarlas.




Ana Rossetti

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Strangers in the night

Cuando en la noche surge tu ventana,
el oro, taladrando los visillos,
introduce en mi alcoba tu presencia.
Me levanto e intento sorprenderte,
asistir al momento en que tu torso cruce
los cristales y la tibia camisa
sea a la silla lanzada.
Mi pupila se engarza en el encaje
y mis pies ya no atienden, de las losas, el frío.



Ana Rossetti

miércoles, 9 de diciembre de 2009

1

Verde y rojo

Acabo de discutir con mis hijas porque no tengo ganas de decorar la casa para la Navidad. ¿Por que tengo que decorar la casa si no tengo ganas? ¿Es obligatorio ser mamá las 24 horas del día? No puedo tener un período de gracia, digamos... ¿una hora después de despertarme de la siesta? No soy yo cuando me acabo de levantar a la tarde, ¿vieron esa gente que no habla hasta que no toma el primer café de la mañana? Algo así, solo que de tarde, se ve que soy haragana hasta en mi malhumor. Lo que no entiendo es cómo gente que vivió toda su vida conmigo todavía no lo sabe manejar. Y ya sé que ya pasó el 8 de diciembre, pero no tengo ganas de armar el arbolito. Ni el pesebre. Heredé uno de mi tía Yoyó cuando se mudó hace años, y debo admitir que queda precioso en la estufa, pero la gata obviamente es de la misma opinión, porque siempre se le ocurre dormir en la cuna del niño Jesús y no sé si el pobre sobrevivirá una Navidad más; Flor ya mató un camello y dos ovejas el año pasado. También se me quemaron las lucecitas del árbol y no puedo conseguir unas que no me enloquezcan con su ‘nochedepaznochedeamor’, las medias que se cuelgan de la estufa tienen agujeros, la corona de la puerta está descolorida de tanto sol, ¡Navidad no debería ser en verano!, y aparte de todo eso, para mí el verde y el rojo no combinan.

domingo, 6 de diciembre de 2009

0

Sí, lo he deseado

Que tu lengua abrace
mis labios.

Que recorras uno a uno mis pliegues,

saboreando
el rastro húmedo de mis vertientes.


Que mis manos le enseñen a tus manos

dónde
quiero guardar tu tacto amargo.


Que te bebas mi carne y te comas mi llanto.


Sí, lo he deseado.












Imagen: 'Blue girl' de Audrey Kawasaki

viernes, 4 de diciembre de 2009

0

Music healing

Maybe you didn't read my previous posts -much previous posts, like... 2007 or so- but some years ago, I was addicted to an online roleplaying game called L.A. by Night. There, Alessandra Hunt was my playing character; she was a hybrid: half shapeshifter demon, half human. During the Fourth Season of the game, she got infected with ‘Hyde’, an artificially engineered virus that held to her supernatural side. At the end of the season, I ‘cured’ her of it, using a ritual called the ‘Primal Form’. I’m pretty proud of this post, that’s why I’m publishing it now and here. Loved writing it, would love you reading it.









Alessa stood on the threshold of the living room and surveyed Inés' movements as she finished the last preparations for the ritual: she had cleaned the room of furniture and rolled the mats up to show the dark polished wood of the floor, on the center of which she had drawn three large concentric rings with white chalk and three smaller circles at their side. There were candles everywhere, and their sweet scent filled the room, she could almost feel their warmth.

Alessa looked apprehensively at Inés as the time for the ritual became close. She’d explained the entire process to her, but she was still afraid. Taking Primal form implied a level of connection with her demon side that she had never achieved before, thus far she had never been introduced to its mysteries. She bit her lip and shifted on her feet as she watched Inés light the last candles. She could see that her cousin was nervous too, but determined; she too knew the dangers of the ritual.

“Do you understand, then?” Inés asked for the fifth time, startling her.

, Inés,” Alessa answered.

Bien. Bien.” The demoness sounded distracted. She brushed her hair back from her face and tied it with an elastic band, before breathing in and smiling at her. "Is Ellis still outside?" she asked.

"," Alessa confirmed. The man had volunteered to make guard outside the room, so nobody would interrupt the ritual, and he would be close when it ended. She felt reassured from his being there too.

Inés nodded. “Step inside the big circles, then,” she said, walking to occupy the smaller ones. “Careful not to disturb the markings. No clothes,” she added.

Biting her lower lip, Alessa took off Tash's oversized robe and, stark naked, she stepped over the white lines and settled in a lotus position in the middle of the circles. She took a deep breath and flexed her hands to relieve part of the tension as she moved her head in circles and exhaled, then she looked at her cousin and nodded. She was ready.



Leer más...

    "Bueno, prima, this is it," Inés said, rotating her own head and smiling shakily. "Change into your demon form, please," she added, changing as well, and Alessa watched with interest how her cousin closed her eyes and gradually submerged into a deep trance.

    A shimmering in the air surrounding the darker form of her cousin startled Alessa. She squinted slightly, thinking her eyes were playing tricks on her, but the flickering around Inés grew more distinct. It was like the waves one saw over the pavement on the hottest days.

    Alessa reached out her hand, but she couldn't feel any heat. Slowly the shimmering around Inés grew to fill a larger space, and another form superposed her cousin's. Inés' brown fur darkened into her grandfather's black but greying one and her size grew. She could still see Inés though. It was like magic, she thought, amazed. But yet, she knew it wasn’t. Her grandfather had come to help her.

    She hadn't seen him for more than twenty years, since he had decided to let her believe him dead. She knew she should be angry at him for such deceit, but at the moment all she could feel was the warmth of her love for him tingling through her limbs.

    "Hola abuelo," she whispered, tears coming to her eyes. The huge darkness over Inés nodded its head and she could fathom a smile on its demonic mouth, but it was enough. Alessa knew that he shared her feelings.

    Then the dark flickering reduced its size and settled into Inés' form again, and her cousin opened her eyes and it was as if her grandfather had never been there. Yet Alessa knew he was inside the demoness now, seeing through her eyes and talking through her mouth.

    Her cousin/grandfather spoke then, the voice sounding like Inés' but the words bearing the solemnity of Shongu's.

    "The Verbatis defend themselves in a way unlike any other. By reaching our Primal forms, we either fight outside or inside threats. That's how we heal and defend ourselves under extreme circumstances.”

    "Every Verbati is part of a great pattern, and any pattern can be attained by shifting. We heal by becoming one with the injured pattern, and then shapeshifting to transform the pattern so that the injury is made whole.

    "We became the singer and the song, the dancer and the music. Matter and energy.

    "There's a foreign entity inside you now. I can feel it, its blackness… it's tainting you, clouding your judgement and feelings; your music. It's feeding off you."

    There was a small pause and he/she went on. "But in merging with you, it has doomed itself. It has become a part of you; it became you and thus, prone to be affected by you as well.

    "This entity has disrupted your demon's innate tendency for pattern stability. This trait is the underlying source of both our strength and fragility. We shapeshift to attain stability. Our body has an inbuilt sense of self preservation, and will start making changes to itself whenever it senses an incompatibility with its inside or its environment. That is our Primal form, that changing.

    "Taking your Primal form will get you to attain your stability again. But it has risks. It requires a certain preparation and linking with your inner self that may not be achieved. To perform the Primal ritual for the first time another Verbati should be granted sufficient access to your mind, to guide you through. This is the only way a Verbati can do the ritual.

    "I ask you now; do you grant us permission to join you?"

    "I do," Alessa answered, almost choking in the words. She had known all her grandfather said, but she also knew what he hadn't said. Healing in this way could be fatal if the demon was suffering instability, as the base pattern could shift in unpredictable ways and cause even greater problems. She knew the risks, but there was no other way. She was infected and needed to get rid of the sickness.

    Inés/Shongu nodded and started to chant softly. The words sounded rough and harsh, but they had a certain rhythm that made Alessa's blood pump in tune with them. The cadence of the chanting grew in intensity and the demoness felt as if every hair on her body stood erect, and tingled with the added inner energy; then suddenly Alessa felt the distinct presence of other being/beings inside of her.

    She opened her eyes and stretched her arms; they felt heavier and larger. Her cinnamon fur darkening as earlier, when Shongu had come to occupy Inés' body.

    *It's all right, you are not alone.* Inés/Shongu's voice startled her as it came from inside her mind. *Close your eyes and just feel it. The music.*

    *The music?* Alessa frowned, and instantly felt her frown disappear; she was not alone.

    *Yes, the music. Feel it. Every being has a tune of its own, and their tunes overlay in a universal cadence. Every individual pattern is a series of notes in the great symphony.*

    Alessa stilled, and she forced herself to hear, but it was impossible. She couldn’t work out the music. She started to shake her head, when the slightly annoyed inner voice added, *Not with your ears, Alessa! Listen with your soul! You are part of the music, listen to your heart.*

    As she focused she could hear the rhythmical thumping of her own heart, *tum, tum, tum,* and it became louder and louder, setting the base to her own rhythm. Alessa smiled in triumph and she could sense the approving nod from Inés/Shongu. *Your blood,* came the command and Alessa started listening the riotous sound of her blood running through her veins. It was exhilarating, the sprinting sound. *Your breathing.* Alessa strived to integrate the sounds of her breathing to the organizing sounds of her own pattern. Soon the pulse of energy coursing her was simplified and enhanced in the form of music, affecting her mind and body at many levels.

    The sound of a voice chanting reached her ears and she took a few seconds to realize that it was she who was singing and she faltered. *Don’t stop!* came the reprisal, *You are toning, this is good.* Alessa knew what that was, toning was the conscious elongation of a sound using your voice. She was singing her music!

    *Now listen to us,* Inés/Shongu said, and Alessa started listening to their toning. There were subtle differences; she had her own rhythm but Inés' music attuned to hers and they sang in a chorus now. Alessa felt more complete; she allowed the tones to emerge without trying to control them and she experienced a cleansing feeling, of body and soul. She wanted to laugh from the exhilaration of it.

    Suddenly it was there, the discordant tone, the mismatched pace. Alessa frowned, and she opened her eyes. *Don’t stop!* Inés/Shongu commanded, *That's Hyde's singing. You have to overcome it, make the music whole again.*

    *But, how?*
    Alessa asked, suddenly terrified. She could feel the darkness in the virus' music, the evilness. It corrupted hers, it ruined it, made it soiled and inharmonious. *You have to vibrate to your own rhythm, make your body dance,* came the cryptic response. *Shift!*

    And she responded with an ease that surprised her. She shifted; she followed her music and shifted in accordance, trying to outmatch the discordant tones of the virus. She let herself get lost in the music and she felt overjoyed in the power of her kind. But to an outside observer the sight would have been terrifying as she morphed, shifted into anything and everything she'd ever been; slowly at first and then so rapidly that one form couldn’t be discerned from the other.

    Alessa could feel the virus resisting, singing its own darker music and trying to overcome hers, but her resolve strengthened and her shifting reinforced to win over the entity. As her DNA codes changed ever so swiftly, the virus found itself losing foot and gradually dying. She elated when she felt her melody slowly overcome the dissonant tones of Hyde; and she reinforced her toning and morphing, following the downing cadences of the virus without mercy. She gave herself free rein to pursue and destroy the final remnants of the darker entity.

    As she became unstable, losing her pattern; Inés/Shongu's toning grew in volume, and their presence in Alessa's mind strengthened their grip on her conscience, slowly braking her shifting. The demoness fought to be free again; she wanted nothing but the elation of pure shifting, but Inés/Shongu's hold on her was too strong and they gradually stopped her.

    However, Alessa's music gradually lowered too, as she sank into herself, exhausted after her spurt of energy. Her music became lethargic, downed, asleep. She receded into herself, blocking out outside influences. Her form stopped changing, slowly losing its boundaries and subsiding into an amoeba-like blob in the middle of the circles, only the white chalk lines preventing her from spreading on the floor like a pool of water.

    Inés/Shongu's music changed again; it became seducing, cajoling, bullying. It sank into Alessa's pattern, searching for that spark of conscience that would make her come back. Appealing to her sense of self preservation, Inés/Shongu demanded and pleaded, commanded and coaxed, trying to get a response from the demoness.

    But Alessa didn’t want to respond. What little conscience still was, it felt safe, protected and at peace. She had never felt so at peace before, she didn’t want to come back. So she just let Inés/Shongu's toning wash through her, let their music get through and lose itself. She didn’t want to hear, but that bothersome tune kept following her, its tones getting harder and more imposing by the minute. Then she started to see as well, flashes of her life came through the fog that enveloped her awareness: her father, her family, Morris; Chance, Cole, her friends, Ellis…

    Alessa's blob started to twitch, rippling like a pond hit by stones, and her mind started to respond too. She moaned, pleaded and begged to be left alone, to just enjoy her peace. But the images were unrelenting, showing her joys and sorrows, her life; and the music was merciless, pounding into her, making her own rhythm accelerate to match it. Slowly, as her music sped up, she started to regain her form too, losing her amorphousness and becoming definite again.

    Some time later, a very exhausted Inés stood up and staggered to where her cousin lay in a foetal position in the middle of the white circles. She covered Alessa with a blanket and walked to the door.

    "You can come in now," she told Ellis.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

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Mollejas, sexo e Internet

Tengo locura por las mollejas, me gustan mucho. Son ricas y hace tiempo que no como; el Amigo me prometió mollejas en la estufa este invierno, pero creo que voy a tener que esperar a la parrilla en el verano porque no se dio. Así que se imaginan que contenta me puse cuando encontré este artículo en un blog: "Comer molleja aumenta la potencia sexual"; ¿qué mejor argumento para persuadir a un hombre de hacer algo?

“Parece que el componente adiposo se balancea a la perfección con el contenido proteico en las mollejas. Esto hace que la circulación sanguínea se acelere y por lo tanto produzca fuertes y duraderas erecciones. A su vez la calidad de midiclorianos que contienen lleva a aumentar el tráfico hormonal en la espina dorsal, estimulando la producción de feromonas que atraen al sexo opuesto.”


Según el autor del blog, sus palabras se basan en un estudio sobre chimpancés fuera de época de celo realizado por la Universidad de Maryland, y hasta tiene un link a dicha universidad, aunque no al artículo mencionado. Parece bastante convincente, ¿no? Sobre todo les permite a los hombres comer mollejas sin culpa, al contrario, pensando que es beneficioso para la salud - casi como fumar marihuana por motivos medicinales, ¿no? ¿Quién quiere ostras cuando tiene mollejas?

Ahora, después de una segunda lectura yo me pregunto... ¿las mollejas también aumentan la conexión con la Fuerza? Porque que yo sepa, los únicos midiclorianos que existen, son los creados por George Lucas para explicar a sus Jedis y sus poderes:


Los midiclorianos son, según George Lucas en el universo de ficción de Star Wars, criaturas microscópicas que se encuentran dentro de todos los seres vivos en simbiosis, y gracias a las cuales se puede entender los designios de La Fuerza y es posible que de la vida.
Midiclorianos – Wikipedia


Todavía me estoy riendo.

Aunque por otro lado, pienso en la cantidad de veces que nos toman el pelo con este tipo de ‘bromas’ y me eriso. Claro, esta vez me di cuenta, Star Wars es lo mío (a mucha honra), pero deben ser muchas, muchas las veces que me han engañado con alguna pavada así. Ni modo, es Internet.

Lo peor es que tendré que seguir esperando mis mollejas.

martes, 1 de diciembre de 2009

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Star Trek XI


“Hace mucho tiempo, en una galaxia lejana...”
(No, perdón, eso no está bien. Déjenme empezar otra vez.)

“Era el amanecer de la tercera era de la humanidad...”
(Ufa, no. Esto tampoco está bien.)

“En el espacio, nadie te oirá gritar...”
(Nop.)

"A principios del siglo XXI, la Corporación Tyrell desarrolló
un nuevo tipo de robot llamado Nexus...”

(Menos.)

"El espacio, la frontera final. Éstos son los viajes de la nave espacial Enterprise. Su continua misión: explorar extraños nuevos mundos, buscar nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, viajando temerariamente a dónde nadie ha llegado antes..."
(¡Bingo!)





Saben? Yo vivo en un pueblo chico que se hace llamar ciudad; lo que quiero decir es que aunque tiene el tamaño de una ciudad –el 70% de la cual está deshabitado durante los meses de invierno, eso sí– su mentalidad es la de un pueblo chico. O sea que no podés lograr que un sanitario te venga a arreglar el desagüe de la cocina (ni dos, ni tres sanitarios; ni que un electricista te arregle el teléfono o un carpintero te termine los cajones del placard que empezó hace seis años), que los negocios tienen horarios increíbles, que los sábados de noche no hay dónde ir y que no tiene cine... bueno, tiene un local que proyecta películas, pero en mi humilde opinión, no se le puede llamar cine.

El tema es que si quiero ver una película tengo que trasladarme a Montevideo o Punta del Este, a 100 y 40 km. respectivamente, descargarla de Internet o esperar a que salga la versión de DVD. Como no me gusta viajar, me mareo casi tanto como Penélope Cruz en ‘Woman on Top’, y no me gusta descargar películas de Internet, suelen no verse bien y demoran demasiado, generalmente termino apelando a la ultima opción. Por eso la demora en escribir esta entrada: recién ayer pude ver ‘Star Trek: el futuro comienza’.

Debo admitir que aunque no soy una trekkie (ningún trekkie que se respete hubiera esperado 6 meses para ver esta película, la onceava de la franquicia en llegar a los cines), me gustó mucho, mucho y me ericé al escuchar a Spock recitar la introducción de la serial mientras el Enterprise se perdía en el espacio y aparecían los créditos finales; sí, al final, la introducción al final.

Me encanta Star Trek, y aunque mi favorita es ‘Next Generation’, veo cada episodio que pesco (de cualquiera de ellas) cada vez que los pesco (también soy Starwarsera, o como se diga, tengo la trilogía original en VHS, varios de sus libros, me gustaron las precuelas y Jar-Jar me cayó hasta simpático) Pero sobre todo, me encanta la ciencia ficción y me encanta una buena historia, y la gente que hizo Star Trek XI creó una buena historia de ciencia ficción.

‘Star Trek: El futuro comienza’
se plantea como una precuela a la serie de televisión de los sesenta, ambientada en el viaje inaugural de la USS Enterprise , y contando los primeros escarceos de sus dos personajes principales: el capitán James T. Kirk y el vulcano Sr. Spock, pero también el doctor McCoy, el ingeniero Scotty, la oficial de comunicaciones Uhura, y demás personajes originales.

Como siempre que veo una película que me gusta, apenas terminó me puse a googlear todo lo que podía sobre ella, y encontré grandes halagos y enormes críticas. Los halagos vienen de la mano de una excelente elección de reparto, buenas actuaciones, un buen apoyo en lo que sabemos de los personajes originales (no me digan que no sabían que Zulu practicaba esgrima), mucha acción y una historia que cierra. Claro, para que realmente cerrara, (sobre todo con la posibilidad de más películas o incluso una nueva serie con los personajes originales) tuvieron que crear una línea de tiempo alternativa con grandes cambios con respecto a la de la serie original, y eso precisamente es la mayor crítica que leí: a los trekkies ‘duros’ no les gustó nadita esa vuelta de tuerca.


*** Alerta de espoiler, evitar leer si no les gusta saber demasiado, o seguir leyendo si pertenecen a los que ya vieron la película cuando se estrenó en junio, o sea, casi todo el resto del planeta***


Que cómo van a destruir Vulcano, uno de los planetas más importantes de la historia trekkiana, que cómo van a inventar un romance entre Spock y Uhura, que cómo van a meter Romulanos pelados y tatuados en la historia, que cómo van a enfrentar a dos Spocks así (por cierto me en-can-tó eso)... que los agujeros negros no provocan rupturas en el tiempo, que no se puede teletransportar dos personas a una nave a velocidad warp, que la materia roja no está bien fundamentada, ni que fueran Michio Kaku, por dios... Además, ¡es una película! y sobre todo, ¡es la visión del director!

*** Fin de la zona de espoilers ***


A mí me gustó. Me gustó el recurso de la realidad alternativa, me gustó la acción que casi no decae en toda la película pero no la roba tampoco, y el casting me pareció genial, especialmente James Tiberius Kirk. Chris Pine se metió en el personaje con todo; su James T. Kirk es divinamente provocador y mujeriego, se pasa la mitad de la película peleando, rebelándose a la autoridad o enamorando mujeres, y la otra teniendo la razón y salvando a todo el mundo - además de ser bien lindo, lo cual nunca es malo obviamente. ¿No los fascinan los chicos malos que se redimen al final?

También me gustaron especialmente Zachary Quinto como Spock, Karl Urban como McCoy y Simon Pegg como "Scotty" (el de ‘Shaun of the Dead’, otra favorita). Estuvo políticamente correcto que le dieran más preponderancia al personaje de Uhura (en la piel morena de Zoë Saldana, una actriz muy bella), interesante que a Chekov lo convirtieran en un niño prodigio (Anton Yelchin) y divertido que Zulu se olvidara de sacar el freno de mano de la Enterprise (John Cho). Hasta Eric Bana está bárbaro -e irreconocible- como el romulano malo. En general, buenas elecciones todas.

El director, J.J. Abrahams (el de ‘Lost’ y ‘Fringe’, entre otras) tomó sus decisiones sobre como narrar la historia, y qué narrar en su historia, y en mi opinión, las decisiones fueron acertadas, pero claro, como dije antes, yo no soy una trekkie. Tal vez sea por eso que encontré que la película estaba tan buena.


domingo, 22 de noviembre de 2009

3

Cambio de look

Como verán, quise cambiar un poco el aspecto del blog, estaba medio aburrida del diseño anterior. Me dio bastante trabajo; no sé nada de photoshop y se me antojó usarlo, ¡hasta tuve que instalarlo ayer! Todavía no está pronto del todo, pero bueno, espero que les gusten los cambios; las opniones son bienvenidas.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

3

Mala suerte

Mi hija pequeña me preguntó anoche qué significaba ‘mal agüero’. Yo estaba trabajando en la computadora, para variar; bastante distraída buscando información para una entrada que tengo a medio escribir, así que sin mucho pensar simplifiqué la cosa, pasé del pronóstico al resultado, y le contesté: “Mal agüero significa mala suerte,” y seguí con lo que estaba haciendo.

Alessa es una niña despierta y avispada; pregunta todo y no se contenta con cualquier respuesta, hay que contestarle algo convincente o seguirá preguntando hasta sentirse plenamente satisfecha, como anoche.

“Mamá,” insistió, evidentemente no conforme. “¿Y qué es mala suerte?”

En ese momento casi le contesto como la mamá de esa propaganda de jabón en polvo, que, ante una pregunta similar de su hijo, equiparó frustración con no sacarle las manchas a la camisa del marido. “Mala suerte es no encontrar una definición de serendipia que me conforme,” pero me dominé a tiempo y la miré.

Alessa estaba paradita a mi lado; de pie ella y yo sentada, nuestros ojos estaban a nivel, y como siempre, casi me ahogo en esos ojazos verdes que no sé cómo hice para concebir. Su expresión era de total concentración. Cerré la laptop y giré para prestarle toda mi atención.

“Hay gente que cree que si te pasan cosas malas, es porque tenés mala suerte. ¿Por qué me preguntás?”

“Dicen que trae mala suerte pasar por abajo de una escalera,” me dijo muy seria.

“Eso es una superstición, amor, algo que la gente cree, pero que no es verdad. No pasa nada si pasás por abajo de una escalera,” le contesté, intentando no reírme y tomármelo con tanta seriedad como ella. “Como mucho, se te caerá la escalera arriba.”

“Pero también dijeron que es malo que se te cruce un gato.” Y ahí el verde se tornó cristalino, y miró a Flor, la gata de la casa.

Como ya deben saber, Flor se acaba de salvar de su propia racha de mala suerte, lo cual sería buena suerte, ¿no? La cosa es que Alessa ahora cuida a su gata más de lo que cuida a Leo, su peluche favorito, y eso es mucho decir. Yo sentí que debía asegurar a mi hija que su gatita no le provocaría mala suerte y ya estaba abriendo la boca para decirle que no dan mala suerte los gatos en general, sino solamente los gatos negros, cuando me detuve y me puse a pensar qué estaba haciendo. Le acababa de decir a mi hija que lo de la escalera era una superstición, desmereciéndolo por eso, ¿y ahora la iba a tranquilizar con el color de los gatos que traen mala suerte? Ni ahí.

“No existe la mala suerte, Ale,” le contesté en cambio. “No va a pasar nada si pasás por abajo de una escalera o si te cruzás con un gato o cualquier cosa de esas que dicen. Son supersticiones: no son ciertas.”

“Pero yo rompí tu espejo el otro día y después se enfermó Flor,” me porfió ella.

Recién entonces entendí por dónde venía la cosa; la acerqué a mí y la senté en mi falda. “La gata se hubiera enfermado igual, no tuvo nada que ver el espejo,” le dije, tratando de sonar convincente. “Vos no tenés la culpa de lo que le pasó a Flor. Fue solo una coincidencia, dos cosas que pasaron a la vez. Además, la gatita está lo más bien, ¿o no?”

Al final me dijo que sí, pero no se la veía muy convencida. De cualquier manera no hablamos más del tema, es medio difícil ir contra el pensamiento mágico, y en los niños eso es muy fuerte; por más que yo le argumentara todas mis razones para no creer en la suerte o en las supersticiones, Alessa seguiría encontrando conexiones insólitas, y vaya a saber de qué más se podría llegar a sentir responsable.

A los cinco minutos ya estaba viendo ‘Ben 10’ en la tele y se había olvidado de gatos, espejos y malas suertes, pero yo seguí pensando. Nunca fui supersticiosa, aunque hay cosas que no hago, como matar grillos dentro de la casa o pasar por debajo de la famosa escalera (siempre me dio miedo que se me cayera encima, en serio, no se rían), sin mencionar decir ‘salud’ cuando alguien estornuda, dejar la cartera en el suelo o haberme puesto algo azul, algo usado, algo nuevo y algo prestado cuando me casé (así me fue). Pero de ahí a creer que alguna de esas cosas puede tener un efecto negativo o positivo en mi vida hay un trecho.

Yo veo que la gente muchas veces atribuye sus errores o frustraciones a eso difuso y sin mucho sentido que llaman ‘mala suerte’ y que les impide tener éxito en la vida, el amor o el trabajo. Eso me parece absurdo; es una forma de sacarse la responsabilidad de encima y ponerla en algo más, siempre está bárbaro tener qué – o a quién – culpar por los fracasos de uno. Las supersticiones son un bastón como tantos otros, y aunque algunos crean que se camina más seguramente con bastón, no pueden negar que también se camina con menos libertad.

Nunca le atribuí a la buena o mala suerte nada de lo que me pasó en la vida, soy muy laica y el pensamiento mágico no es mi fuerte. Más de una vez me han dicho que tengo ‘suerte’ porque tengo un trabajo seguro que me gusta y puedo mantener mi casa y a mis hijas sola. Eso me fastidia enormemente, no es suerte, son años de estudio, mucho trabajo, oportunidades aprovechadas, y buenas – o a veces malas – decisiones. En lo único que admito haber ganado la ‘lotería’ es en haber tenido hijas sanas, todo lo demás lo hice yo (con ayuda a veces, lo admito y agradezco, pero saber pedir y aceptar ayuda cuando es necesario también es uno, ¿no?).

Mi vida es mi responsabilidad, no de espejos, escaleras o gatos que se puedan haber cruzado en mi camino.

















Imagen: 'Luck' de Dan Springer

domingo, 15 de noviembre de 2009

5

Bonsai de bebe

Anoche mi hija mayor tuvo su primer cumpleaños de quince. Imaginen la emoción; hacía una semana que no hablaba de otra cosa: que el vestido, que los zapatos, que el peinado... Como parte de los preparativos fue a la peluquería y volvió con el pelo cortito como Lara (la protagonista de ‘La favorita’, una telenovela brasilera de la que no se pierde un capítulo), y ¿saben qué? odio a la peluquera, mi nena pasó de los trece a los dieciséis en tres tijeretazos locos.

Volvió a las seis de la mañana – el cumpleaños se alargó, no empezó hasta que no terminó el partido Uruguay-Costa Rica – afónica de tanto gritar, y feliz, con su vestido azul, zapatos de taquito y ojos brillantes.


Yo la miro y no puedo creer que haya crecido tanto. A veces desearía haber hecho bonsai de bebé hace años: dejarla estacionada en el tiempo cuando todavía la podía mimosear y divertir y siempre estaba de buen humor... Pero ya es tarde, ya no es un bebé, ni siquiera una niña; es una adolescente con todos sus esplendores y sobresaltos. ¡Y yo la madre de una adolescente!

No hay caso, me siento vieja.

jueves, 12 de noviembre de 2009

9

Los pájaros y yo

Hoy me pasé gran parte de la mañana aburrida. Se acerca el fin de cursos y los chicos cada vez se acuerdan menos de que existen los libros, la biblioteca y por supuesto, la bibliotecaria; es como una epidemia de amnesia estival, y eso que recién estamos en noviembre (ya quisiera yo poder olvidarme de que me tengo que levantar temprano para ir a trabajar, pero no hay caso, no me contagio).

Como siempre que estoy aburrida, me puse a bobear en Internet. Se me ocurrió que podría tratar de unir todas las redes sociales esas a las que me he suscrito, algunas por novelera y otras por aburrida, valga la redundancia, así que me puse en campaña. Obviamente, a miles de personas ya se les había ocurrido hacer lo mismo que a mí (en Internet es bien fácil encontrar métodos y procedimientos para prácticamente todo lo que se le pueda ocurrir a uno, y para cosas que no se le ocurrirían también), y se ve que vincular redes sociales es de lo más comuncito. Hace unos días había logrado publicar en mi Facebook las entradas de EriSada, así que hoy me puse en campaña para vincular el blog con mi cuenta de Twitter, y ya que estaba: el Facebook con el Twitter, el Twitter con el Facebook, Facebook con Facebook , Twitter con Twitter, y ainda mais.

El tema es que apenas terminé de hacer todo eso (todo me salió, menos el vínculo de Facebook al Twitter), me volví a aburrir. Como ya he dicho en alguna ocasión, no le encuentro demasiada utilidad al Facebook, aunque admito que tiene lo suyo, con los jueguitos y las encuestas y esas bobadas, ¿pero el Twitter? No hay caso, no me llevo con él.

¿Saben? Casi me sentí mal (casi nomás, me repuse enseguida; no me suelo sentir mal por ir contra la corriente y esta vez no fue la excepción) porque así como lo veo yo, la mayoría de la gente – porque debo reconocerlo, son miles que opinan distinto que yo – twittea duro y parejo y la pasa bárbaro. Como en la foto.


Pero por supuesto, no es mi caso. Ahí estoy yo en disfraz de Tippi Hedren, se nota el amor que nos tenemos con el pajarito, ¿no?





Supongo que algún lector observador habrá notado que incluí botones a mi cuenta de Facebook y Twitter en la barra lateral – también encuadrado en mi afán de tener todo vinculado – pero no les recomiendo seguirme allí. Seguramente se aburran aún más que yo en la biblioteca hoy de mañana.



 

lunes, 9 de noviembre de 2009

2

El temblor

La lluvia
como una lengua de prensiles musgos
parece recorrerme, buscarme la cerviz,
bajar,
lamer el eje vertical,
contar el número de vértebras que me separan
de tu cuerpo ausente.

Busco ahora despacio con mi lengua
la demorada huella de tu lengua
hundida en mis salivas.

Bebo, te bebo
en las mansiones líquidas
del paladar
y en la humedad radiante de tus ingles,
mientras tu propia lengua me recorre
y baja,
retráctil y prensil, como la lengua
oscura de la lluvia.

La raíz del temblor llena tu boca,
tiembla, se vierte en ti
y canta germinal en tu garganta.


José Ángel Valente

miércoles, 4 de noviembre de 2009

7

Fuerza Flor

Alguien en mi barrio está envenenando gatos. Ya aparecieron dos mininos muertos en mi jardín, uno de ellos mi pobre Blue – que en paz descanse – y el segundo un ‘novio de Flor’, mi otra gata. A la vecina de la vuelta también le mataron el gato y una amiga de mi hija mayor perdió el suyo hace dos días. Anoche, mientras preparaba la cena, Flor entró haciendo eses, presa de espasmos musculares y con la boca llena de espuma, la última víctima. Salimos corriendo para la veterinaria entre llantos varios: mis hijas lloraban, yo lloraba, y la gata lloraba, parecía un réquiem de Mozart. Sin embargo, pese a los pronósticos y seguramente gracias a algún dios ignoto de los gatos, la doctora pudo detener el daño con un antídoto y mucho suero; Flor todavía no está fuera de peligro pero sobrevivió la noche y viene defendiéndose con fuerza, para ser una gatita que aún no tiene un año.


Mi hija Alessa y Silver, otro gatito que
envenenaron mis buenos vecinos.


No me voy a poner a hacer discursos sobre la maldad de la gente – que alguien se entretenga matando gatos ni se compara con otras cosas que puede llegar a hacer el ser humano – pero estoy tan enojada que no puedo menos que escribirlo acá aunque sea.








EDICIÓN: por suerte Flor se salvó, después de tres días de antídoto y suero pudo sacar el veneno de su cuerpo y se recuperó. Ya anda por acá, ronroneando y pidiendo leche como los siameses de la Dama y el Vagabundo.

sábado, 31 de octubre de 2009

15

Noche de Brujas

Era noche de brujas, temprano aún. Seguramente en alguna parte, más acogedora, de la ciudad, los niños andarían disfrazados y riendo. La costumbre estadounidense de pedir caramelos puerta por puerta se estaba asentando en el país, y Leandro no lo veía mal; nada que trajera un poco de alegría estaba mal; además, era la noche más segura del año si a eso íbamos. En noche de brujas los espectros reales no salen, es su noche libre.

“Hola amor, ¿te puedo ayudar en algo?”

Leandro giró sorprendido, y sonrió. Bueno, quizás se había equivocado, quizás algún espectro que otro salía esa noche al fin y al cabo.

Había una mujer recostada en el umbral oscuro de una casa al parecer abandonada; la brasa ardiente de su cigarrillo iluminaba de luz ambarina su rostro cada vez que pitaba, con un ritmo extraño. Un poco más lejos, cerca del cordón, otra mujer se ofrecía a los autos que pasaban.

“Mis pies saben lo que quiero,” se dijo a sí mismo, y casi pudo sentir como la testosterona invadía sus venas; sin reflexión mediante, sus pies lo habían acercado a esa a esa calle, donde sabían que podría encontrar cierto alivio. Lo necesitaba; acababa de dejar a la mujer que lo obsesionaba en su casa sola otra vez, sin expectativas de cruzar ese otro umbral al menos por un tiempo; pero éste... éste sí podría.

Esos mismos pies se dirigieron a la mujer, y se detuvieron a pocos pasos. Ella se acercó también, alejándose de la puerta, y él pudo ver su sonrisa afilada a la luz de la calle; le había parecido joven y fresca en la distancia y el abrigo de la oscuridad, pero ahora Leandro apreció que demasiado maquillaje intentaba cubrir sus años, y sobre todo, la palidez extrema de su piel, y esos dientes... Era lo que había sospechado, estaba seguro ahora. Al poderoso cóctel de testosterona en su sangre, se agregó una medida de adrenalina.

“¿Ayudarme? Creo que sí, ¿pero cuál seria el precio, linda? ¿Mi torrente sanguíneo entero?”

La mujer abrió mucho los ojos, seguramente sorprendida de haber sido descubierta, pero se recuperó rápidamente. Tiró el cigarrillo y lo apagó con la punta de su zapato barato. “Bueno, podríamos llegar a un acuerdo, tipo un trueque... tú das un chiquito, yo doy un chiquito...”

Leandro sonrió y se le acercó aun más. “Querida, mi parte no sería tan chiquita,” bromeó mientras le tomaba la mano y se la besaba como un caballero burlón; el olor rancio de su piel no muy limpia y helada casi le provocó nauseas, pero sostuvo sus labios contra ella un segundo más de lo necesario. No le pareció raro estar considerando coger a una no-muerta vieja en un umbral oscuro, ni le pareció aún más extraño que estuviera más excitado con la idea de estaquearla con madera que con carne mientras la gozaba; solo sabía que necesitaba aliviar la necesidad imperiosa que sentía.

La vampiresa se rió en un intento de seducción, y se acercó tanto que Leandro pudo aspirar su perfume ordinario, y el olor a viejo detrás. Una mano acarició las solapas de su campera y la otra aleteó sobre sus jeans; Leandro empujó contra esa mano y sonrió. Ella se le pegó para susurrarle al oído: “buen material, señor, creo que podemos llegar a un arreglo.”

“Creo que sí,” repitió él, mientras intentaba besarle el cuello y no respirar al mismo tiempo.

Rápida como una serpiente se apretó contra él, acariciándolo con sus caderas en un movimiento insinuante, aunque tenía suficiente experiencia para saber que este cliente no necesitaba incentivos, para enseguida alejarse otra vez.

Con la sangre golpeándole en las sienes y otras partes de su anatomía, Leandro se estiró para alcanzarla, pero ella rió de nuevo, negando con su cabeza. “Paciencia, señor,” le dijo; luego lo tomó de la mano, abrió la puerta contra la que había estado parada y lo guió hacia una habitación vacía que solo contenía un colchón en un rincón. Allí, la prostituta se levantó la pollera que quería parecer gótica, probablemente una concesión a la fecha que vivían, y se acomodó para recibirlo.

Demasiado excitado para que sus dedos funcionaran bien, Leandro peleó contra la hebilla del cinturón mientras se arrodillaba entre sus piernas. Estaba a punto de dejarse caer sobre la mujer cuando sus manos tocaron sus muslos; la carne demasiado blanca, fría y floja se sintió casi como un animal muerto pudriéndose a la sombra. La imagen de la piel tostada de otra mujer le lleno la mente: piel tibia y suave que seguramente olía a algo agradable, como flores o mar; nada más distinto que esta criatura patética que lo esperaba.

De repente se sintió asqueado por el efecto de la vampiresa en él y la culpa y el disgusto lo invadieron. Leandro la miró por un largo momento, tan largo que ella abrió los ojos, interrogante, aunque volvió a sonreír al ver que finalmente descendía sobre ella; una sonrisa que se congeló en su cara cuando se dio cuenta de que en vez de clavarla con su cuerpo, el hombre le clavaba una estaca de madera en el pecho. No tuvo tiempo de nada más.

Cuando el polvo que había sido ella se aquietó, Leandro se paró, subió el cierre de su pantalón y abrochó el cinturón, al tiempo que sacudía la cabeza como para aclarar su mente, aturdido por lo que había pasado. Aturdido y sorprendido. Nunca se había sentido así; nunca había sentido esa lujuria tiránica y ciega, ni tanto disgusto, ni había pasado del disgusto al placer con tanta rapidez. Hasta esa noche había hecho sus rondas en forma casi distante: encontrar vampiros u otros indeseables y matarlos era su trabajo, ni más ni menos, no dejaba que sus emociones se involucraran. Pero hoy... hoy hubiera matado a la vampiresa después de usarla, y lastimarla también; hoy estaba entusiasmado: le había gustado matar.

Frotó sus manos contra los pantalones, como tratando de limpiar la suciedad que el contacto con la vampiresa había dejado en ellas; y por algún extraño motivo, ese simple roce lo estremeció, las palmas de sus manos estaban más sensibles, hormigueantes. Algo estaba mal; no estaba pensando claramente, no estaba actuando normalmente, no era él. Algo estaba mal, pero... ¡qué bien se sentía! Sonrió; en realidad estaba relajado y contento, casi eufórico, como si realmente hubiera tenido un clímax sexual; la verdad era que no sabía si se sentiría mejor si se hubiera derramado entre esos muslos laxos y helados de lo que se sentía ya. Estaba más vivo que nunca, y no había nada malo en eso.

Leandro se dirigió a la puerta y salió de la habitación que ya se le hacía sofocante. Tal vez tendría suerte y algún otro vampiro, espectro o demonio se había atrevido a salir en noche de brujas. Tal vez podría volver a disfrutar esa sensación. Con paso decidido y una alegría nueva al caminar, se alejó del lugar, y no escuchó –o no le importó– el grito aterrado que provenía de detrás de la puerta.

Dentro de la habitación, la otra puta gritaba; el cuerpo inerte de su compañera yacía aún abierto para su cliente, y la sangre ya empapaba el colchón.

miércoles, 28 de octubre de 2009

4

320 caracteres máx...

Hoy estaba llenando un formulario en un sitio nuevo en el que me estaba registrando, y cuando llegué a la descripción me tranqué. El ítem exigía llenado: tenía el famoso asterisco de los campos obligatorios, y la consigna era: “Dinos cómo eres (320 caracteres máx.)” Generalmente esa parte no es obligatoria, o si lo es, te da pautas de tipo: ‘intereses, libros favoritos, películas favoritas, etc.’ No le suelo prestar demasiada atención, pongo lo primero que me viene a la mente, y sigo adelante, pero hoy no sé qué me pasó, me bloqueé.

Dinos cómo eres (320 caracteres máx.)... ¿Cómo puedo decirle a alguien cómo soy en 320 caracteres? Es absurdo. Es imposible resumir una persona en ese número ridículamente bajo de caracteres; ni que tuviéramos la silla de ‘Dollhouse’ y la capacidad de reducir una persona a un chip.

Así que me puse a escribir, a ver cuántos caracteres me llevaba describirme... y creo que me salí un poquito de control, sorry. Pero bueno, ya que lo hice; aquí está.

Soy librana, lo cual no quiere decir nada pero es una excusa para ser indecisa y un poco condescendiente. También soy desordenada, fastidiosa, muy malhumorada y maleducada en ocasiones – perdón, "malaprendida" según mi mamá (ella dice que me educó bien). Tengo manía con los olores: limones y tabaco encabezan la lista; colecciono perfumes cítricos y jabones de limón, y huelo hombres que fuman cada vez que puedo, me encantan... a propósito, ¿mencioné que soy repetitiva? Adoro a mis hijas, a mi familia y al Amigo; y a los feriados. Me gusta tener amigas (amigos no tengo... no en minúscula, al menos). Me gusta hablar de hombres medio tomada y recibir sms que me hacen hervir la sangre; aunque cuando me emborracho pierdo el equilibrio pero no la cabeza, y no suelto prenda – una borracha muy aburrida, dijera la Vaga. Me encantan los hombres y me encanta el sexo, pero me gusta vivir sola; adoro ser independiente, y gastar el dinero que gano solita en lo que se me ocurre sin dar cuentas a nadie, cocinar lo que se me antoja, y no planchar camisas XL ni mirar partidos de fútbol. Me fastidia que me toque, me bese o me abrace la gente que no es de mi circulo más intimo; y cuando estuve embarazada tenía un escudo invisible a mi alrededor, parecía la cinta de ‘no pasar’ que pone la policía alrededor de una escena de crimen: no soportaba que me tocaran la panza, que no era talismán de buena suerte. Me desagradan la playa, el sol y el calor, a pesar de vivir en un balneario. Soy casera; odio viajar, aunque me encanta llegar; me mareo en los ómnibus o los autos, a menos que maneje yo, y amo a mi madre por cederme el asiento delantero cuando viajo en su auto.

Me gusta dibujar, sobre todo caballitos para mi hija Alessa, con largas crines y jinetas románticas montándolos; me gusta trabajar la arcilla y sacar fotos a mis hijas. Y me gusta leer; sobre todo romances en las salas de espera. Los libros de vampiros me apasionan, y si los vampiros son románticos más todavía. Soy fan de Stephenie Meyer, aunque sus libros sean malos, porque me permitió discutir con Elisa, mi hija adolescente, a Edward, Bella, Jacob y todos esos otros personajes estereotipados y previsibles de sus novelas; definitivamente prefiero los vampiros de Stephen King o Joss Whedon. Me encanta ser madre, por más trabajo que dé. También me encanta ser mujer, pero desearía ser varón de vez en cuando, a ver cómo se ve el mundo desde sus ojos, cómo se sienten sus orgasmos o hacer pis parado. Me gusta el vino blanco con burbujitas y las masitas de dulce de leche, la tortilla de papas y los chorizos al pan, más si me los asa el Amigo. Me encantan las frutillas y más si vienen con besos. Odio los mariscos y la sobreproducción de insulina. Y las balanzas. Y mis cumpleaños, pero no mi torta de frutillas. Soy haragana, amén de anémica, cómoda y no me gusta madrugar, pero me encanta mi trabajo y no haría ninguna otra cosa; me llena de satisfacción ver cuando mis alumnos entienden, y logran cosas, aunque a veces tiraría alguno por la ventana.

Como ama de casa dejo bastante que desear. No me gusta limpiar y venero a Gaby, la chica que me ayuda con la tarea; si pudiera le construía un altar y la llamaba Santa Gaby. Pero me gusta cocinar, sobre todo postres, y experimentar: adoro mezclar cosas y que salga algo comible y disfrutable; lamento la herencia genética de mi ex, que hace que mis hijas no prueben casi nada de lo que hago... aunque tiene la ventaja de que nunca hay postre por ese motivo: falta no me hace comer de más. No me gusta hacer dieta, ni tomar mis remedios ni darme inyecciones de hierro, pero lamentablemente tengo que hacer las tres cosas. Dejé de plantar plantas (valga la redundancia) en mi jardín porque se las comían las hormigas o me olvidaba de regarlas, y entre mis defectos no está el de ser asesina, aunque ya se me murió un jazmín, como tres hibiscos y al menos media docena de hortensias. Me fastidian los perros, más ahora que tengo dos - odio las bolsas gigantes de Dog Chow, los pelos por todos lados y la baba en el water; pero soy gatera perdida, aulirófila creo que le llaman.

Soy complicada, atropellada y mi imaginación dos por tres vuela; básicamente feliz y agradecida de lo que tengo, aunque no me molestaría ganar algún premio de la rifa de arquitectura que le compré al novio de Pogo. Soy llorona, muy llorona, me gusta ver películas tristes sola, así puedo berrear como una Magdalena sin que nadie se ría de mí, o discutir chateando así ni se enteran y no lo usan en mi contra. Me gusta conversar con gente inteligente que desafía mis neuronas, y que mis mentadas neuronas no me dejen a pie si las necesito; me fastidia, me aburre y me impacienta la estupidez, sobre todo cuando está teñida de soberbia. No soy líder, ni me interesa, pero tampoco soy oveja, que de ovejas está lleno el mundo y ensucian mucho. Trato de no hacerle a nadie lo que no me gustaría que me hicieran (menos a las plantas, se ve) y me parece que seguir la ley del Talión de vez en cuando vendría bárbaro. Creo que que todo sea relativo es muy relativo, que decir que ‘solo sé que no sé nada’ es una apología a la ignorancia, que Voltaire tenía razón cuando defendía el derecho a la expresión y que creer que la vida da vueltas es casi como creer en Dios. A propósito: no creo en Dios, soy laica acérrima aunque me casé por la iglesia ¡gran garantía!

Estem... ¿cuántos caracteres van?

Por suerte existen sitios en la red que se dedican a contar caracteres en un texto, porque ni había llegado a los famosos 320 y ya me había cansado... según el contador de caracteres que usé: “el texto introducido contiene 961 palabras y 5296 caracteres.” ¡Mi dios!

Y eso que me dejé muchísimo afuera; por ejemplo no mencioné que me encantan los lectores que se molestan en leer toda esa diatriba desordenada y confusa, y que aún así, deciden seguir visitando mi blog...

lunes, 19 de octubre de 2009

6

Confusión

Confusa, se miró los dedos rotos y luego al ángel ceñudo que la acusaba desde el techo de la cripta violada. Quiso respirar y no pudo. Recién ahí se dio cuenta de que estaba muerta.

viernes, 16 de octubre de 2009

10

de karmas y cumpleaños . . .

Mi cumpleaños tiene mal karma. Lo sospechaba seriamente ya, pero este año lo confirmé. No hay caso, no hay año que no tenga algún drama por estas fechas. No sé qué habré hecho en una vida anterior, tal vez me dedicaba a robarles juguetes a los niños o tirar arbolitos de navidad, pero no tengo dudas de que fue algo muy malo, porque mi balance cósmico está en rojo.

Torta de frutillasPor lo pronto, ya van dos años que mi madre no me hace la torta de cumpleaños. ¿A ustedes les parece? ¿Más de 20 años de firme tradición de tortas de frutillas con crema para mi cumpleaños y ahora me falla? El año pasado la excusa fue que le festejaban los cinco años a mi sobrino el mismo día; culpa de mi hermana, en fija, ¿por qué no apretó las piernas y aguantó a Brunito unos dias más en la panza? Este año mamá se inventó un viaje al norte; con la excusa de que eran los 87 años de una tía abuela allá marchó ella, feliz de salvarse de batir mis bizcochuelos otra vez. Increíble. Mi bisabuela también debió apretar las piernas. Mi sobrino y mi tía hubieran sido ambos escorpianos y yo hubiera tenido torta de cumpleaños. Pero ni modo, son de Libra, así que me tuve que poner a cocinar yo, y por supuesto la torta no me salió igual: estaba demasiado dulce… aunque mi madre dijo que estaba riquísima; obvio, si no decía eso la mataba, y ella lo sabía.

Ni hablar de cuando intento hacer algún tipo de reunión conmemorativa. Esas también fallan, o directamente no salen, como la que planeaba para esta noche que se aguó totalmente. Que yo recuerde, la única vez que un cumpleaños me salió bien, fue porque no lo organicé yo; la Vaga se ocupó de todo; se ve que ella sí tiene mano para las reuniones exitosas. Recuerdo que lo pasé bárbaro; bebí demasiado medio y medio (una variedad de vino blanco con burbujitas bien uruguaya, para los no iniciados), fumé un porro y coqueteé con el Amigo toda la noche – tal vez por eso la pasé tan bien.

Y bueno, esta noche miraré televisión, seguro algo encontraré para ver. De todas formas, mi cumpleaños fue el 12, hoy solo era el brindis.

miércoles, 14 de octubre de 2009

7

Leyendo romances

Ayer me pasé casi tres horas en el consultorio del oculista. Yo sabía que iba a ser una espera larga; el doctor estuvo enfermo y se habían atrasado las consultas, así que había ido preparada: tenía lectura suficiente para un par de horas. No era la única, al menos tres pacientes más habían tenido la misma brillante idea que yo. Curiosa como soy, no pude dejar de fijarme en qué estaban leyendo los demás. Una señora flaca, de lentes y con pinta de maestra, tenía un libro finito de cuentos de Mario Benedetti; también había un viejo de bigotes que se entretenía con el policía italiano ese… el comisario Montalbano, y una muchacha joven muy abrigada leía a Saramago, un ‘Ensayo sobre la ceguera’ con la imagen de Julianne Moore en la tapa.


Entre medio de tanta lectura ‘seria’, yo saqué de mi cartera mi libro, lo moví bastante para que se pudiera apreciar el brillante colorido de su tapa en rústica, y me dispuse a continuar leyendo sobre los amores de Clare, la humilde maestra de escuela, devota hija de un ministro, y Lord Nicholas, el malvado conde con sangre gitana. En realidad, el malvado conde no es malvado, sino incomprendido, y la mosquita muerta de Clare esconde un temperamento apasionado nada propio de las devotas hijas de ministros de su época… La novela: ‘Thunder and Roses’, la autora: Mary Jo Putney.

Siempre me ha fastidiado la forma en que me miran cuando leo romances; abrir un libro romántico en una sala de espera, en el ómnibus o en casa de mi madre nomás, siempre viene acompañado de miradas de reojo y hasta alguna sonrisa de suficiencia. O si estoy en casa de mi madre y anda mi cuñado en la vuelta, su típico gesto de damisela apasionada (imaginen un hombre grande con una pierna extendida hacia atrás tipo bailarina de ballet en cuarta posición, el dorso de una mano cubriendo sus ojos y un gesto de dolor en la cara – aunque supongo que la intención es parecer apasionado. Ahora dejen de imaginarlo y disculpen la imagen mental creada: era solo para ilustrar el hecho).


Hace unos meses cuando comentaba el libro “Las mujeres que leen son peligrosas” decía:

Muchas veces se subestiman nuestras opciones al momento de leer, generalizándonos a todas como lectoras o autoras de la dudosa categoría de los ‘libros de mujeres’ o ‘literatura femenina’. No importa si nos decidimos por Corín Tellado o Doris Lessing. Pero bueno, eso ya es material para otra entrada.

Parece que llegó el momento de esa ‘otra entrada’. La verdad es que no sé qué problema hay con las novelas románticas que hacen que la gente crea que puede juzgar, no solo la calidad de la lectura elegida, sino al lector en sí, y, en general, el fallo es bastante malo (para ambos). Para la mayoría, las novelas románticas no son serias, están mal escritas y son una perdida lamentable de tiempo, y obviamente quienes las leemos somos gente poco inteligente y sin mucho más que hacer que perder tiempo leyéndolas, claro.

Subestiman al género, y subestiman a las mujeres que lo eligen. Incluso las editoriales lo hacen, las traducciones suelen ser pésimas, total, ¿para qué pagar un buen traductor si sus lectoras leen cualquier cosa?

Yo creo que hasta temen que las mujeres nos creamos las cosas que pasan en esas novelas, y esperemos situaciones semejantes en nuestras vidas; como si no pudiéramos distinguir lo que es real de lo que no. Sin embargo a nadie se le ocurre preocuparse porque alguien pueda creer que se venga una plaga de ceguera sorpresiva – y no hablo solo de Saramago, esa catástrofe la había imaginado ya John Wyndham en ‘El día de los Trífidos’ allá por los cincuenta.


Dicho todo esto, quiero aclarar que no estoy tratando de comparar la historia de Lord Nicholas y Miss Clare con las de Saramago, Benedetti o Camirelli; soy bien consciente de que hay diferentes calidades de literatura, y que si bien las hay buenas, hay muchas, muchas, novelas malas en ese género... ¿pero en cuál no, si a eso vamos? Además es obvio que si a alguien no le atraen los romances no los va a leer nunca, así como aquellos a quienes no les gusta la ciencia ficción o la fantasía no abrirán un libro de Tolkien o Bradbury en su vida. La diferencia está, me parece, en que si bien a mucha gente las novelas sobre anillos mágicos o marcianos no le gustan, no se les ocurre juzgarlas – a ellas y al género entero – como mala literatura; simplemente reconocerán que les gusta tener los pies sobre la tierra en materia literaria y a otra cosa, mariposa.

Lo que estoy tratando de hacer, creo – la verdad es que estoy medio perdida ya – es defender mi derecho a leer lo que se me antoje sin que nadie venga a juzgarme por las opciones que hago. Si hubiera abierto ‘El Señor de los Anillos’ o ‘Crónicas Marcianas’, seguramente no me hubieran mirado de la misma manera ayer; todavía me acuerdo de la sonrisa de suficiencia de la maestra flaca y siento que me eriso. ¿Qué le importa a la gente lo que leo o dejo de leer?

Y solo para que conste, también he leído a Benedetti, Saramago, Tolkien, Bradbury y Whyndham... Camirelli está en el debe aún, como tantos otros.

miércoles, 7 de octubre de 2009

10

El miedo mata la mente

I must not fear.
Fear is the mind-killer.
Fear is the little-death that brings total obliteration.
I will face my fear.
I will permit it to pass over me and through me.
And when it has gone past I will turn the inner eye to see its path.
Where the fear has gone there will be nothing.
Only I will remain.

No conoceré el miedo.
El miedo mata la mente.
El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total.
Afrontaré mi miedo.
Permitiré que pase sobre mí y a través de mí.
Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino.
Allá dónde haya pasado el miedo ya no habrá nada.
Sólo estaré yo.

Letanía Bene Gesserit contra el miedo.
Dune
Frank Herbert



Cada vez que me siento asustada, me acuerdo de esa letanía y la recito. Si me despierto de noche porque suenan las ramas de mi bignonia rosada contra la ventana de mi dormitorio o si los perros ladran desaforadamente, la recito, o cuando mi subconsciente me regala una pesadilla particularmente angustiante y no puedo volverme a dormir, la recito mientras doy vuelta la almohada para no descansar sobre lo mojado. Si es tarde y mi hija aún no ha vuelto, o cuando espero al Amigo y no llega, o cuando mi padre tiene una cita con el doctor y me atacan los nervios (mi madre no va al médico, así que está sana), esas palabras me centran otra vez. Y por supuesto, todas esas otras veces que el miedo es más difícil de reconocer, menos de película de terror y por lo tanto, mucho más real.

Desde que leí Dune cuando tenía unos quince años, descubrí que no hay nada mejor para tranquilizarme que recitar esa letanía; está tan arraigada a mi memoria que no debo ni esforzarme y surge sola, y hace bien su trabajo. Sin dudas las Bene Gesserit eran manipuladoras, inhumanas (visto desde la perspectiva de una ‘animal’) y sádicas, pero supieron escribir un mantra contra el miedo que, al menos para mí, realmente funciona.

viernes, 2 de octubre de 2009

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EriSada (segunda parte)

"This fellow's wise enough to play the fool,
And to do that well craves a kind of wit."


Twelfth Night
William Shakespeare


Hace un tiempo publiqué esta entrada donde explicaba el porqué del nombre de este blog. Allí básicamente les contaba que erisada venía de Eris, mi nick en una sala de chat que frecuento, y que describía la forma en que me siento cuando me decido a usar ese nick. A diferencia de otra gente que cuando chatea intenta ser ‘ella misma’ a mí me gusta dar rienda suelta a mis estados de ánimo, y por lo tanto, tengo diferentes nicks para cuando me siento de diferentes formas. La gente del chat que me conoce los maneja todos, y muchos de ellos – cautos – responden de manera acorde.

La verdad es que no pensaba elaborar más sobre el tema, Eris, y por consiguiente el neologismo erisada, eran todo lo que deseaba explicar… pero vieron cómo es esto, a veces hay pedidos de la audiencia.

Anónimo dijo...

Estamos esperando la segunda parte, para ver cuáles son los otros perfiles que pueden llegar a emerger de tu personalidad. No es que uno entienda de sicología; si no llegas a conocer una persona con la que vives un largo tiempo, menos pretenderemos hacerlo aquí. Una simple guía de lo que les espera a los que te encuentren en ese chat.

El mismo anónimo de siempre.

Para dejar a mi fiel y siempre anónimo lector contento, haré una cortita reseña de las otras ‘Anas’ que se pueden aparecer por el chat de Montevideo.com.

Multiple personalitiesPues bien, empecemos; si quieren, pueden ir llevando la cuenta: Ally aparece en mis momentos de relax, pacífica y contenta – Ally fue mi primer nick, y los que me conocieron así no se resignan a la dura de Eris, pero bueno, la gente cambia; el nombre es simplemente una sigla formada con mis iniciales. Maja es para cuando me siento particularmente majadera (no hay mucha ciencia en la elección de ese nick). Mesalina se asoma si estoy hot y quiero jugar con el Amigo en el chat, ¿saben quién fue Mesalina, verdad? Si no saben, solo les diré que era romana y promiscua (lo que no quiere decir que yo sea romana, obvio) y Saparagana es una sapa haragana que vive en el fondo de un pozo - ella es para cuando ando cansada, ¿o era anémica?

Después tengo a Penélope para cuando deseo divertirme enloqueciendo gente – se me da bien penelopear (o sea, hacerme la boba y que se lo crean) Me pareció que el personaje de Penélope, con su aguante y fidelidad mientras su marido se divertía por ahí, era buen nombre para cuando quisiera jugar de tonta; sobre todo porque a ella también la subestimaron. Apelo a Splenda si quiero parecer asquerosamente dulce – dulce artificial, claro, por más que lo intente no puedo contra el retrogusto amargo, y por fin a Eris (la más fuerte, sin dudas) cuando estoy ácida y pendenciera... lo normal, digamos.

Creo que esas son todas, pero puedo estar dejándome alguna en el tintero, van muchos años de chat. ¡Y por dios que esta entrada no la lea un siquiatra o me vienen a buscar con el chaleco de fuerza! Sybil es un poroto a mi lado.




martes, 29 de septiembre de 2009

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Boda en la playa

El saludo sonó sorprendentemente ensordecedor, a pesar de las múltiples conversaciones que se escuchaban en la playa y de no haber subido él la voz, pero sobre todo, a pesar de su intención de no escucharlo.

En vez de eso, ella estudió sus sandalias. Eran una preciosidad, con pequeños cristales y cuero dorado que se ajustaban encantadoras a sus tobillos. Se había enamorado de ellas a primera vista y las había comprado en un capricho, casi sin pensarlo... parecía hacer siglos. Movió un poco su pie para admirar la gracia de los tacos muy altos, la curva de la suela, el brillo del dorado... e hizo un gesto de disgusto; estaban cubiertas de arena, los tacos se habían enterrado a cada paso hasta llegar a la zona alfombrada. Realmente habían sido una muy mala elección para una boda en la playa. O una playa muy mala elección para una boda, reflexionó.

Notó que su acompañante se movía nervioso a su lado, y se levantaba a responder el saludo del recién llegado, para luego disculparse y alejarse en busca de refugio. Ella suspiró, pero siguió sin levantar la vista.

Su mirada vagó por la arena hasta centrarse en su calzado. Zapatos acordonados, negros, de cuero tan suave y estilo tan elegante que seguramente eran italianos. Se preguntó si era una condición innata a él ese elegir las cosas perfectamente apropiadas para cada ocasión. Ella no era así, sus razones para elegir ropa o accesorios eran totalmente antojadizas, dependiendo del momento y su estado de ánimo.

Esta vez controló un suspiro, pero cerró los ojos.

“Pensé que íbamos a venir juntos,” lo escuchó decir, y oyó a sus pies, en sus zapatos caros, moverse incómodos en la arena. Estaba tenso, se notaba – ella lo notaba, sin necesidad de mirarlo. Iban a venir juntos, sí, pero eso había sido antes. Antes de los errores, las dudas, las acusaciones. Decisiones equivocadas, cada una de ellas. Como venir a esta boda.

Después de unos segundos abrió los ojos, pero siguió sin moverse. Si reconocía su presencia debería hablarle, y si le hablaba, debería disculparse. Otra vez.

Su mirada volvió a sus zapatos. Le sentaban bien, bueno, al menos hasta que se perdían dentro de la tela gris de sus pantalones; casimir, excelente corte. Llegó hasta el evidentemente caro cinturón de cuero negro, a juego con los zapatos, y tuvo que esforzarse para desviar sus ojos.

“La ceremonia debe estar por empezar,” insistió él, su voz un estudio de tranquilidad. “Supongo que está algo atrasada nada más.”

“Algo atrasada, nomás,” repitió ella. “Claro.”

Él se relajó, como si sus palabras fueran todo lo que había estado esperando, y ella sintió un momento de fastidio. ¿Qué habría pensado? ¿Que no le iba a hablar siquiera? Casi sonrió al darse cuenta de que esa había sido su intención inicial.

“Mejor nos movemos, o no vamos a conseguir buenos asientos.” El hombre volvió a hablar, mientras alargaba su mano hacia ella.

Ella la miró por un momento. Tenía las manos grandes, con dedos largos, un vello suave y oscuro las cubría. Miró la manga, perfectamente planchada, de su camisa blanca y sorprendió a sus dedos deseando seguir el camino de su piel hacia el interior tibio del brazo. Tratando de controlarse, estiró la tela de su vestido, para ocuparlos en otra labor. Una distracción inútil, tuvo que reconocer; la sensación del satén bajo sus manos era voluptuosa, casi impúdica, pero no tanto como sabía que se sentía esa piel. Resignada, volvió a mirar la mano ofrecida y se obligó a tomarla, pararse y enfrentarlo. Fue todavía más difícil luego.

“¿Cómo estás?” logró preguntar, entrecortada.

Él sonrió. “Bien; estoy bien.”

De repente olvidados de qué estaban por hacer, ambos simplemente se miraron, congelados en el momento, como en una foto antigua; sin poder hablar, pero tampoco hacer nada más, ni siquiera despegar los ojos el uno del otro. Después de una eternidad de esa tortura, él se movió, y fue como un clic que los trajera otra vez al presente de esa tarde en la playa.

“Entonces, ¿vamos?” instó él, y ya no se lo adivinaba incómodo.

Asintiendo, ella se movió a un lado, con cierta torpeza sobre sus sandalias doradas de tacos muy altos que se enterraban en la arena, y advirtió que sus manos seguían unidas. Apresuradamente se soltó y se forzó a sonreír.

Él le respondió la sonrisa, y la impulsó suavemente, guiándola hacia las filas de sillas ordenadas para la ceremonia. Su mano en la curva de su cintura se sentía tan familiar que ni la notó en un primer momento. Levantó la mirada, sorprendida, solo para encontrarlo mirándola a su vez, los ojos brillantes, cómplices. Por primera vez su sonrisa no se sintió forzada o antinatural.

“Sentémonos; está por empezar” le dijo al oído, indicando con un gesto la plataforma donde el novio finalmente estaba tomando su lugar.

La mujer obedeció y él se acomodó a su lado, sintiendo ambos, al igual que ese novio acartonado y nervioso, que todo estaba por empezar; de nuevo.

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