Era noche de brujas, temprano aún. Seguramente en alguna parte, más acogedora, de la ciudad, los niños andarían disfrazados y riendo. La costumbre estadounidense de pedir caramelos puerta por puerta se estaba asentando en el país, y Leandro no lo veía mal; nada que trajera un poco de alegría estaba mal; además, era la noche más segura del año si a eso íbamos. En noche de brujas los espectros reales no salen, es su noche libre.
“Hola amor, ¿te puedo ayudar en algo?”
Leandro giró sorprendido, y sonrió. Bueno, quizás se había equivocado, quizás algún espectro que otro salía esa noche al fin y al cabo.
Había una mujer recostada en el umbral oscuro de una casa al parecer abandonada; la brasa ardiente de su cigarrillo iluminaba de luz ambarina su rostro cada vez que pitaba, con un ritmo extraño. Un poco más lejos, cerca del cordón, otra mujer se ofrecía a los autos que pasaban.
“Mis pies saben lo que quiero,” se dijo a sí mismo, y casi pudo sentir como la testosterona invadía sus venas; sin reflexión mediante, sus pies lo habían acercado a esa a esa calle, donde sabían que podría encontrar cierto alivio. Lo necesitaba; acababa de dejar a la mujer que lo obsesionaba en su casa sola otra vez, sin expectativas de cruzar ese otro umbral al menos por un tiempo; pero éste... éste sí podría.
Esos mismos pies se dirigieron a la mujer, y se detuvieron a pocos pasos. Ella se acercó también, alejándose de la puerta, y él pudo ver su sonrisa afilada a la luz de la calle; le había parecido joven y fresca en la distancia y el abrigo de la oscuridad, pero ahora Leandro apreció que demasiado maquillaje intentaba cubrir sus años, y sobre todo, la palidez extrema de su piel, y esos dientes... Era lo que había sospechado, estaba seguro ahora. Al poderoso cóctel de testosterona en su sangre, se agregó una medida de adrenalina.
“¿Ayudarme? Creo que sí, ¿pero cuál seria el precio, linda? ¿Mi torrente sanguíneo entero?”
La mujer abrió mucho los ojos, seguramente sorprendida de haber sido descubierta, pero se recuperó rápidamente. Tiró el cigarrillo y lo apagó con la punta de su zapato barato. “Bueno, podríamos llegar a un acuerdo, tipo un trueque... tú das un chiquito, yo doy un chiquito...”
Leandro sonrió y se le acercó aun más. “Querida, mi parte no sería tan chiquita,” bromeó mientras le tomaba la mano y se la besaba como un caballero burlón; el olor rancio de su piel no muy limpia y helada casi le provocó nauseas, pero sostuvo sus labios contra ella un segundo más de lo necesario. No le pareció raro estar considerando coger a una no-muerta vieja en un umbral oscuro, ni le pareció aún más extraño que estuviera más excitado con la idea de estaquearla con madera que con carne mientras la gozaba; solo sabía que necesitaba aliviar la necesidad imperiosa que sentía.
La vampiresa se rió en un intento de seducción, y se acercó tanto que Leandro pudo aspirar su perfume ordinario, y el olor a viejo detrás. Una mano acarició las solapas de su campera y la otra aleteó sobre sus jeans; Leandro empujó contra esa mano y sonrió. Ella se le pegó para susurrarle al oído: “buen material, señor, creo que podemos llegar a un arreglo.”
“Creo que sí,” repitió él, mientras intentaba besarle el cuello y no respirar al mismo tiempo.
Rápida como una serpiente se apretó contra él, acariciándolo con sus caderas en un movimiento insinuante, aunque tenía suficiente experiencia para saber que este cliente no necesitaba incentivos, para enseguida alejarse otra vez.
Con la sangre golpeándole en las sienes y otras partes de su anatomía, Leandro se estiró para alcanzarla, pero ella rió de nuevo, negando con su cabeza. “Paciencia, señor,” le dijo; luego lo tomó de la mano, abrió la puerta contra la que había estado parada y lo guió hacia una habitación vacía que solo contenía un colchón en un rincón. Allí, la prostituta se levantó la pollera que quería parecer gótica, probablemente una concesión a la fecha que vivían, y se acomodó para recibirlo.
Demasiado excitado para que sus dedos funcionaran bien, Leandro peleó contra la hebilla del cinturón mientras se arrodillaba entre sus piernas. Estaba a punto de dejarse caer sobre la mujer cuando sus manos tocaron sus muslos; la carne demasiado blanca, fría y floja se sintió casi como un animal muerto pudriéndose a la sombra. La imagen de la piel tostada de otra mujer le lleno la mente: piel tibia y suave que seguramente olía a algo agradable, como flores o mar; nada más distinto que esta criatura patética que lo esperaba.
De repente se sintió asqueado por el efecto de la vampiresa en él y la culpa y el disgusto lo invadieron. Leandro la miró por un largo momento, tan largo que ella abrió los ojos, interrogante, aunque volvió a sonreír al ver que finalmente descendía sobre ella; una sonrisa que se congeló en su cara cuando se dio cuenta de que en vez de clavarla con su cuerpo, el hombre le clavaba una estaca de madera en el pecho. No tuvo tiempo de nada más.
Cuando el polvo que había sido ella se aquietó, Leandro se paró, subió el cierre de su pantalón y abrochó el cinturón, al tiempo que sacudía la cabeza como para aclarar su mente, aturdido por lo que había pasado. Aturdido y sorprendido. Nunca se había sentido así; nunca había sentido esa lujuria tiránica y ciega, ni tanto disgusto, ni había pasado del disgusto al placer con tanta rapidez. Hasta esa noche había hecho sus rondas en forma casi distante: encontrar vampiros u otros indeseables y matarlos era su trabajo, ni más ni menos, no dejaba que sus emociones se involucraran. Pero hoy... hoy hubiera matado a la vampiresa después de usarla, y lastimarla también; hoy estaba entusiasmado: le había gustado matar.
Frotó sus manos contra los pantalones, como tratando de limpiar la suciedad que el contacto con la vampiresa había dejado en ellas; y por algún extraño motivo, ese simple roce lo estremeció, las palmas de sus manos estaban más sensibles, hormigueantes. Algo estaba mal; no estaba pensando claramente, no estaba actuando normalmente, no era él. Algo estaba mal, pero... ¡qué bien se sentía! Sonrió; en realidad estaba relajado y contento, casi eufórico, como si realmente hubiera tenido un clímax sexual; la verdad era que no sabía si se sentiría mejor si se hubiera derramado entre esos muslos laxos y helados de lo que se sentía ya. Estaba más vivo que nunca, y no había nada malo en eso.
Leandro se dirigió a la puerta y salió de la habitación que ya se le hacía sofocante. Tal vez tendría suerte y algún otro vampiro, espectro o demonio se había atrevido a salir en noche de brujas. Tal vez podría volver a disfrutar esa sensación. Con paso decidido y una alegría nueva al caminar, se alejó del lugar, y no escuchó –o no le importó– el grito aterrado que provenía de detrás de la puerta.
Dentro de la habitación, la otra puta gritaba; el cuerpo inerte de su compañera yacía aún abierto para su cliente, y la sangre ya empapaba el colchón.
Primeras reacciones a Vaiana 2 (Moana 2)
Hace 2 horas
15 comentarios:
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TE DEJO HOY MI HUELLITAAAAAAAAA DESEANDO TENGAS UNA GENIAL SEMANA
GRACIAS POR TU COMPAÑIA EN MUNDO ANIMAL Y EN MI BLOG DE IMAGENES http://chistianfilms.blogspot.com/ ABRAZOSSS DE TU AMIGO CHRISTIANNNNNNNNNNNNN
Las vampiresas son de lo mejor y lo peor que hay en la noche, sin embargo; dicen que si uno mira a su alrededor y no ve ningún imbécil es porque el imbécil es uno. Aplicable a espectros y demás tipos de monstruocidades.
Por otro lado; L. Cohen es brillante, y Everybody knows es un tema genial. Yo teng una particular debilidad por Famous Blue Raincoat.
Saludos
Terror, erotismo, oscuridad y locura.
Excelente combinación, Ana Laura.
El final es lo más aterrador de esta desgarradora historia.
Te felicito.
Saludos.
Estupendo relato. Enhorabuena. Saludos.
http://www.ramonferrera.blogspot.com
Gracias a todos, se me antojó celebrar la fecha con un relato de miedo y refloté alguna idea que tenía hace tiempo. Me alegro que les haya gustado. :)
leyendo tu cuento me dieron ganas de escribir uno donde una mujer que parece una gitana va a un subterráneo lleno de góticos, con su amiga que parece bowie en sus viejas épocas y...
bueh, el resto ya lo sabés
me gustó lo que escribiste (como casi siempre)
un abrazo
¿Vos decis la noche que te borré del celular el mejor mensaje de amor de tu vida?¿O la noche que se apareció el Amigo, se me paró demasiado cerca y le eché flit como a mosquito molesto? ¿O tal vez la vez que invité a jugar al pool a un jovencito hermoso que te gustaba a vos y te fuiste para otro lado?¿O cuando te las arreglaste para que me quedara sola con el dios griego que me gustaba?
¡Creo que tenés muchos cuentos que escribir!
pero mejor los escribís tú, yo ya descubrí que soy negada para el tema
Hecho :)
Hola, recien descubri tu blog. Eres a la primera uruguaya que encuentro (ademas de mi) que escribe. Quizas solo no busque en los lugares indicados.
El cuento fue crudo, pero me gusto el toque sobrenatural que le brindan los vampiros, por más que no sean los romanticos y tiernos que suelo leer.
Debe ser muy lindo vivir en piriapolis, yo soy de montevideo.
Voy a leer los demas cuentos y te afilio a mi blog.
Si tienes tiempo pasate por alli y puedes participar del concurso.
Saludos!
¡No tengas dudas de que voy a visitar tu blog! Muchas gracias por tu comentario, me alegro que te haya gustado el cuento, mi intención fue precisamente darle un toque más duro a la festividad importada esa. El resto de mis cuentos, que no son demasiados en realidad, son mucho más suaves, espero que te gusten también.
Para conocer más uruguayas que estemos en esto, te recomiendo visitar la página Soy un bló!, que agrupa blogs uruguayos http://soyunblo.blogspot.com/
Me has dejado helada...
Ya sabes que lo de los vampiros me pone los pelos de punta, pero... no, no ha sido la vampiresa la que me ha helado la sangre, sino el final. ¡¡Qué bueno!! En realidad, todo el cuento es bueno (deberías mirarte esto y empezar a pensar que quizá..., tal vez..., ¿por qué no?, podrías dedicarte a ello con más frecuencia), pero -decía-, aunque todo el cuento es bueno, el final es absolutamente genial. Juegas con el lector párrafo a párrafo y sabes muy bien cómo darle la vuelta y dejarle del revés con las dos últimas frases.
No sé cuántos cuentos tienes publicados aquí, pero yo ya llevo leídos dos, de modo que vete pensando que, para cuando vaya llegando al último de ellos..., tienes que haber publicado algunos más. No me puedes dejar sin mi dosis ;-)
Cid, muchísimas gracias. Me halagas con el comentario, respeto mucho tu opinión y me gusta mucho como escribes también. Cuando se me ocurrió la idea para este cuento había dos posibilidades, que Leandro creyera que era una prostituta y terminara siendo una vampiresa, o lo que escribí al final. Me pareció que sería más efectivo guiar al lector a que creyera que era una vampiresa para después sorprenderlo con el final. Me alegro de haberlo logrado :)
Uff, tengo pocos cuentos, muy pocos, y realmente no sé si escribiré más. Te cuento, participo de un juego de rol donde ejercito mis músculos de escritora en una historia en colaboración. Ese juego cubre todas mis necesidades de escribir ficción, y me encanta.
El tema es que ese juego me ha dejado llena de vicios. Estoy tan acostumbrada a escribir en colaboración, de a varios, que escribir sola me cuesta mucho. Además, como ya notarás, casi todos mis cuentos son breves, no tanto en extensión -que lo son- sino que retratan situaciones breves. Las entradas del juego son relativamente cortas y con una resolución rápida... Algunas entradas son simples conversaciones, y tengo un par de cuentos que son precisamente eso: conversaciones.
Pero no sé, tal vez me ponga... no querría que sufrieras síndrome de abstinencia ;)
Besos y gracias otra vez :D
Pues hiciste la elección adecuada: aparente vampiresa que, en realidad, es una prostituta. Te quedas totalmente con el lector y la sorpresa es brutal.
Con respecto al otro asunto, ya te había oído comentar en alguna otra ocasión eso del juego de rol. Es una pena que no pueda leer tus contribuciones literarias al juego :-(
Entiendo lo de los escritos breves, aunque a veces no es fácil conseguir una buena historia en pocas palabras. Yo empecé en mi "Atrápame" con relatos de mil palabras. Luego, me picó el gusanillo y empecé a desarrollarlos más. Los tengo hasta de 12.000 (claro, esto es demasiado largo para publicar en un blog), pero no estoy muy segura de qué me resulta más fácil: si escribir una historia en 12.000 palabras o condensarla, y que tenga sentido, en sólo mil.
En cuanto al "mono", bueno, todavía tengo cuentos tuyos por leer. Voy a ir a por otro ahora mismo, de hecho, pero en cuanto se acaben... ya te daré la vara (y como no me pongas freno, puedo llegar a ser muy, pero que muy petarda, jajajaja).
Ah, y gracias por tu frase inicial: "respeto mucho tu opinión y me gusta mucho como escribes también". Hoy, que estaba muy baja de ánimo (en realidad lo que estoy es agotada, así que cómo no van a estar el ánimo y la tensión por los suelos), venir a tu casa y leer esa frase me ha entonado ;-)
Besos (Me voy a tu estante de cuentos... A ver con qué me espeluznas hoy... ¿Será un vampiro? ¿Será un licántropo? ¿Serán zombis? ¿Fantasmas...?) ;-)
Cid, en primer lugar: mereces. Qué bueno que te haya levantado el ánimo un piropo sincero :)
Para mí que escribir historias no es fácil, punto, ya sea en mil o 12 mil palabras, pero creo que por eso mismo es tan gratificante cuando una logra producir algo con lo que está conforme, ¿no? Las cosas fáciles se aprecian menos (al menos yo las aprecio menos).
(Ahh, y creo que se terminaron las historias de terror, no te preocupes ;)
Muchas gracias otra vez, y saludos!!
Y vos, ¿qué opinás?