Hoy estaba llenando un formulario en un sitio nuevo en el que me estaba registrando, y cuando llegué a la descripción me tranqué. El ítem exigía llenado: tenía el famoso asterisco de los campos obligatorios, y la consigna era: “Dinos cómo eres (320 caracteres máx.)” Generalmente esa parte no es obligatoria, o si lo es, te da pautas de tipo: ‘intereses, libros favoritos, películas favoritas, etc.’ No le suelo prestar demasiada atención, pongo lo primero que me viene a la mente, y sigo adelante, pero hoy no sé qué me pasó, me bloqueé.
Dinos cómo eres (320 caracteres máx.)... ¿Cómo puedo decirle a alguien cómo soy en 320 caracteres? Es absurdo. Es imposible resumir una persona en ese número ridículamente bajo de caracteres; ni que tuviéramos la silla de ‘Dollhouse’ y la capacidad de reducir una persona a un chip.
Así que me puse a escribir, a ver cuántos caracteres me llevaba describirme... y creo que me salí un poquito de control, sorry. Pero bueno, ya que lo hice; aquí está.
Me gusta dibujar, sobre todo caballitos para mi hija Alessa, con largas crines y jinetas románticas montándolos; me gusta trabajar la arcilla y sacar fotos a mis hijas. Y me gusta leer; sobre todo romances en las salas de espera. Los libros de vampiros me apasionan, y si los vampiros son románticos más todavía. Soy fan de Stephenie Meyer, aunque sus libros sean malos, porque me permitió discutir con Elisa, mi hija adolescente, a Edward, Bella, Jacob y todos esos otros personajes estereotipados y previsibles de sus novelas; definitivamente prefiero los vampiros de Stephen King o Joss Whedon. Me encanta ser madre, por más trabajo que dé. También me encanta ser mujer, pero desearía ser varón de vez en cuando, a ver cómo se ve el mundo desde sus ojos, cómo se sienten sus orgasmos o hacer pis parado. Me gusta el vino blanco con burbujitas y las masitas de dulce de leche, la tortilla de papas y los chorizos al pan, más si me los asa el Amigo. Me encantan las frutillas y más si vienen con besos. Odio los mariscos y la sobreproducción de insulina. Y las balanzas. Y mis cumpleaños, pero no mi torta de frutillas. Soy haragana, amén de anémica, cómoda y no me gusta madrugar, pero me encanta mi trabajo y no haría ninguna otra cosa; me llena de satisfacción ver cuando mis alumnos entienden, y logran cosas, aunque a veces tiraría alguno por la ventana.
Como ama de casa dejo bastante que desear. No me gusta limpiar y venero a Gaby, la chica que me ayuda con la tarea; si pudiera le construía un altar y la llamaba Santa Gaby. Pero me gusta cocinar, sobre todo postres, y experimentar: adoro mezclar cosas y que salga algo comible y disfrutable; lamento la herencia genética de mi ex, que hace que mis hijas no prueben casi nada de lo que hago... aunque tiene la ventaja de que nunca hay postre por ese motivo: falta no me hace comer de más. No me gusta hacer dieta, ni tomar mis remedios ni darme inyecciones de hierro, pero lamentablemente tengo que hacer las tres cosas. Dejé de plantar plantas (valga la redundancia) en mi jardín porque se las comían las hormigas o me olvidaba de regarlas, y entre mis defectos no está el de ser asesina, aunque ya se me murió un jazmín, como tres hibiscos y al menos media docena de hortensias. Me fastidian los perros, más ahora que tengo dos - odio las bolsas gigantes de Dog Chow, los pelos por todos lados y la baba en el water; pero soy gatera perdida, aulirófila creo que le llaman.
Soy complicada, atropellada y mi imaginación dos por tres vuela; básicamente feliz y agradecida de lo que tengo, aunque no me molestaría ganar algún premio de la rifa de arquitectura que le compré al novio de Pogo. Soy llorona, muy llorona, me gusta ver películas tristes sola, así puedo berrear como una Magdalena sin que nadie se ría de mí, o discutir chateando así ni se enteran y no lo usan en mi contra. Me gusta conversar con gente inteligente que desafía mis neuronas, y que mis mentadas neuronas no me dejen a pie si las necesito; me fastidia, me aburre y me impacienta la estupidez, sobre todo cuando está teñida de soberbia. No soy líder, ni me interesa, pero tampoco soy oveja, que de ovejas está lleno el mundo y ensucian mucho. Trato de no hacerle a nadie lo que no me gustaría que me hicieran (menos a las plantas, se ve) y me parece que seguir la ley del Talión de vez en cuando vendría bárbaro. Creo que que todo sea relativo es muy relativo, que decir que ‘solo sé que no sé nada’ es una apología a la ignorancia, que Voltaire tenía razón cuando defendía el derecho a la expresión y que creer que la vida da vueltas es casi como creer en Dios. A propósito: no creo en Dios, soy laica acérrima aunque me casé por la iglesia ¡gran garantía!
Por suerte existen sitios en la red que se dedican a contar caracteres en un texto, porque ni había llegado a los famosos 320 y ya me había cansado... según el contador de caracteres que usé: “el texto introducido contiene 961 palabras y 5296 caracteres.” ¡Mi dios!
Y eso que me dejé muchísimo afuera; por ejemplo no mencioné que me encantan los lectores que se molestan en leer toda esa diatriba desordenada y confusa, y que aún así, deciden seguir visitando mi blog...
4 comentarios:
¿Dinos cómo eres en 320 caracteres? Menuda condensación de un ser humano!
"Dime en que páginas estás inscripto y te diré quien eres"
¿Sabés, Joaquín? Tenés toda la razón. No me registré nada al final; me fastidié tanto que cerré todo y me fui. Estem... ¿mencioné ahí arriba que tengo mal genio?
Nos dices cómo eres mediante una descripción muy objetiva, directa, sincera y abierta.
Todo lo que has escrito sobre tí se puede resumir en unos 20 caracteres: Estás viva. Muy viva.
Ahora que sé que no te gusta que te toquen, te mando un saludo, en lugar de un abrazo.
Magnífica entrada, Ana Laura. Me ha gustado mucho. Nos leemos.
Pues así me siento, Perikiyo, muy viva. Me alegro que te haya gustado y por supuesto que nos leemos. :)
Y vos, ¿qué opinás?