El aire dentro de la habitación cerrada le supo hipnóticamente dulce. Inspiró profundamente. Ellos habían vivido allí, respirado allí; el aire apestaba a humanidad, a su piel, su aliento, su tibieza pulsante y roja. Cerró los ojos en la oscuridad, concentrándose; o se controlaba o enloquecería. Cazador sin presa no tiene razón de ser, y ya no quedaba ni un solo humano en el mundo. Los habían creado demasiado eficientes.
El descontento, de Beatriz Serrano
Hace 1 hora
1 comentario:
A veces la perfeción existe, pero la lógica nos dice que eso no puede ser.Que los cazadores, envidiosos y egoistas existan es por la envidia de creer que el contrario es perfecto o superior a nosotros. A veces es imposible encerrar al ser humamno y privarle de libertad porque tendrás su cuerpo pero nunca jamás, su alma.
Saludos
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