Pero en fin, creo que en aquella época yo pecaba de lo mismo que una de las heroínas de Ángeles Mastretta: “Quería que su marido le dijera bonita y que su amante le dijera querida. Imposible.” Frente a eso, La mujer los dejó a los dos, se compró un espejo y se deleitó con Mozart y su reflejo en lugar intentar lograr imposibles de sus hombres. Dicen que nunca fue tan feliz.
Claro, yo tengo la costumbre de ser más quijotesca (o majadera, ultimatera o como quiera decirme la Vaga) y ando peleando con molinos - dígase de las utopías - así que logré recibir piropos más lindos que ella, ¡y que los que se le ocurrían a mi ex!
Díganme si no tengo razón, acá van dos… pero no me tilden de cursi, eso sería de envidiosos nomás. Si quieren pueden decirme fanfarrona, eso sí.
¿Virtudes? Tiene muchas. Una boca cuya calidez añoro es una de ellas.
He decidido declararme anarco creyente, creo en un dios sin orden ni cielo establecido, sin dogma ni religión, sin más credo que la liturgia irreverente de sus besos...
ta, ahora sí
ResponderEliminarla próxima vez que majaderees te haré releer estos piropos
tanta carnalidad expresada en términos espirituales-esotéricos sin duda supera ampliamente a sus opuestos, únicos con los que cuento (o sea, espirituales-esotéricos disfrazados de carnales)
felicitaciones