El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.
Ítalo Calvino
Las ciudades invisibles
En plena preparación de la lectura del libro que citas, te encontré.
ResponderEliminarEfectivamente en esta vida existen muchos infiernos, y solo en nuestras manos está intentar convertirlos en paraísos.
La energía que la vida nos concede se presenta mediante llamadas o "alarmas" a las cuales no prestamos atención, pero están ahí.
En la peor de las miserias, puede alguien prestar una sonrisa que ilumine y de esperanza para el cambio.
Huímos de nuestras llamadas, porque no tenemos la consciencia preparada, ni alerta y lo unico que proyectamos es miedo por el simple temor a los desconocido.
Un saludo desde Madrid
Ana
Bonito blog, por aquí estoy
Por eso hay que hacer que duren, y dejarles espacio, y no salir corriendo a escondernos entre nuestros propios muros, que deben ser los más fuertes que existen.
ResponderEliminarPersonalmente me quedo con la primera opción. No por ser menos riesgosa corres peligro de no soportarlo fácilmente. Creo que el tiempo y las vicisitudes de la vida me lo han otorgado como experiencia.
ResponderEliminarYo prefiero la segunda, creo que esa búsqueda es intuitiva igual, no requiere esfuerzo, se hace sola...
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