Y entonces llegó Gaspar.
No soy una dog-person, ustedes lo saben. Es más, me reconozco aulirófila perdida, y si algo tienen los gatos es su renuencia a cualquier tipo de vestimenta, adorno o judeada; como mucho el clásico collar con cascabel. No hay nada más triste que ver un gato vestido. Pobre bicho.
Pero los perros son diferentes. Son seres lameculos, literal y metafóricamente, y se dejan (los gatos nunca ‘se dejan’, como mucho, ‘dejan’). Así que la gente que viste a sus perros se merecería ir al primer círculo del infierno, por desafiar a dios.
Pero claro, entonces llegó Gaspar. Y la navidad. Y Elisa. ¡Y miren en lo que me he convertido! Una dueña de perro guaranga que disfraza a su mascota y le saca fotos… increíble. ¡Al limbo conmigo!
Ya mismo estoy abriendo la página de MercadoLibre. A ver dónde puedo conseguir un par de flamencos rosados para mi jardín.
Respeto pero no me gustan ni los perros ni los gatos,prefiero un jardin lleno de flores,buen año
ResponderEliminarMuchas gracias, Alfa! A mí también me encantan las flores.... rodeadas de bichos :)
ResponderEliminarSaludos y feliz año!
Comprendo tus reticencias, pero, ¿y lo bien que le queda el gorrito?
ResponderEliminarUna foto preciosa!!
Y feliz año, besos!
Le queda lindo, ¿no? Jajaja, la verdad es que ese perro me compró! Muchas gracias!1
ResponderEliminarMuy feliz año para vos tambien :)